29 oct 2012

Como todos sabemos



(De Pablo Vinci)
 
Como todos sabemos, las puertas del infierno han sido ubicadas en los cafés. Desde allí es posible cruzarlas con cierta facilidad para entrar al universo que arde en llamas eternas y estáticas. Pero bueno, no hace falta aclarar lo que ya conocemos a la perfección, el problema es salir del infierno, huir de Satán, Lucifer, Zagam, Belgefor, Abaddón o como demonios se llame. Entonces la cuestión ahora es analizar el tema de esas puertas, detenerse a pensar en qué son, pero desde el otro lado de la condena. Porque allí están o estuvieron (¿qué diferencia?) El Mudo y El Polaco, un palenque en Mataderos, una palmada en el hombro, tres docenas de billares, la que se mira en el espejo esperándome a mí, a mí que la lloro en un bar distinto acariciando otro vaso.
Están la eterna traducción de Ferdidurke a un idioma improbable, un encuentro de abrazos, Pancho y yo esperando a las horas, un grillo, un escarabajo inventándose las letras. Están los cuentos de la oficina, y los cuentos de poesía y tabaco, las lunas llenas marcadas de lunitas de sidra y vino, el rayón de aquel cuchillo, un cronopio llorando su triple de jamón cuando una fama baila catala, y una máquina de red para  encerrar a los amigos. Están un turco judío en la calle Gurruchaga, un encuentro secundario, una cucharita girando, ellos y nosotros, una mariposa regalándole a un dragón un pedacito de ala, y el movimiento final, el encastre perfecto para que el mundo al fin camine.
Esperando el clac de un ensamble de libertad lloré desengaños, nací a las penas y me entregué sin luchar. Mil veces miré y deseé todo desde allá, desde el calor que calcina y eterniza sin remedio. Mil veces no pude nombrar las puertas frescas de buenos y grandes aires, que me arrancan del infierno. Y como sabemos, lo que carece de nombre carece de existencia. Desde allí estas líneas, que sólo me sirven para creer de nuevo. Disculpen ustedes, es que me hacían falta estas letras para poder empezar a luchar, y para ponerle nombre a las puertas de un paraíso.
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Dibujo de Vialola.
Texto e ilustración tomados de Un cortado,  publicación de la Comisión de Protección y Promoción de los Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables de la Ciudad de Buenos Aires.