29 jul 2012

La Virgen huésped de la basílica




 (De Mario Tesler)

 En la aldea portuguesa de Fátima, un día de 1917 tres niños pastores informaron haber sido testigos de la aparición de la Virgen María. Estas se repitieron cinco veces pero sólo fueron vistas por ellos, quienes además recibieron de Ella un mensaje. Quienes acudieron llamados por el testimonio de los niños no les fue posible verla, pero un hecho sobrenatural convenció aún a los descreídos. Desde entonces el lugar es santuario de peregrinación internacional consagrado a venerar la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, al cual concurren fieles de todo el mundo.
Cuentan que un católico argentino, padeciendo los efectos de una enfermedad en estado avanzado, decidió concurrir a Fátima para pedir el milagro de su curación. Cuando la nave se encontraba en alta mar, su estado se agravó de manera desesperante y entonces solicitó que le acercaran al lecho una imagen de esa virgen. El devoto enfermo prometió en ese momento que si se obraba el milagro iba a empeñarse para que el próximo templo a erigirse en tierra argentina se consagrara a su culto. 
Al parecer el milagro le fue concedido y la gestión de este devoto tuvo éxito, ya que años después la capilla de Empalme, hoy parte de un complejo confesional, está dedicada al  culto de esta virgen. 
Una comisión de mujeres tuvo a su cargo organizar, obtener, trasladar, recibir y gestionar la posterior entrega temporaria de la imagen de la virgen de Fátima, hasta tanto se construyera la capilla. Entre estas señora se encontraba Celina Cantilo y Ortiz Basualdo, esposa de Enrique Ruiz Guiñazú y madre de la conductora del programa radial Magdalena tempranísimo.
De todo esto hace años conversamos con Luisa Angélica Bousquet, quien hasta el día de su boda en 1954 perteneció a la Congregación Hijas de María, de la Parroquia de Nuestra Señora del Pilar, en el partido bonaerense del mismo nombre.
Cuando arribó la imagen procedente de Portugal, Luisa Angélica Bousquet era una de las muchachas pilarenses que se encontraba en la dársena de Puerto Nuevo, llamada por la visión moderna del mensaje, conocido en parte después de esas apariciones en la aldea portuguesa. Hoy dice: -La veo como más actual. El mensaje es interesante para la gente de estos tiempos,  para la gente de ahora.  
La llegada a Buenos Aires ocurrió el domingo 10 de diciembre de 1950 y según esta testigo presencial fue más que hermosa. De los detalles recuerda la suelta de palomas y el reparto a los asistentes de un impreso con los detalles del milagro que motivó su pedido para traerla al país.
El acto de recepción se realizó a espaldas del edificio donde entonces tenía asiento el Ministerio de Marina, hoy destinado a  la Prefectura Naval Argentina, y prosiguió con una procesión, de la cual Luisa Angélica y sus compañeras no participaron por tener que volver a Pilar; cayendo la tarde la imagen llevada por sus devotos recorrió los barrios de San Nicolás, Monserrat, Balvanera, Almagro, Caballito y Flores.
El diario El Pueblo, vocero nacional de los católicos argentinos no se ocupó de esta manifestación de fe, no la anunció ni dio noticias de la recepción, tampoco de la procesión, pero en una página interior de su edición del miércoles 13 y con título en cuerpo menor informó que desde el domingo se halla en la basílica de San José de Flores la imagen de la Virgen de Fátima. Mientras estuvo allí se celebraron diariamente cultos en su honor: Durante estos días que estará la imagen de la Virgen de Fátima, se rezará el rosario, sin interrupción, desde las 8 hasta las 20.
Su despedida dispuesta por orden del diocesano incluyó inicialmente una hora de ejercicios de devoción, carentes de carácter litúrgico, para el domingo 17 por la tarde. Los detalles de la ceremonia aparecen sucintamente en la citada edición del diario El Pueblo y dice así: “A las 18, solemne hora santa, rosario, consagración de toda la parroquia a la Virgen. Procesión por el interior del templo, bendición con el Santísimo Sacramento. Palabras de despedida. Cánticos. Despedida de la Virgen por los feligreses, repique de campanas y aclamaciones.”
Los matutinos nacionales La Prensa y La Nación no dieron cuenta de este acontecimiento religioso que en el mes de diciembre duró una semana. Por entonces en el barrio de Flores se editaban -según lo informa Ángel Prignano en el libro El barrio de Flores y sus hechos- dos publicaciones periódicas barriales Bañado de Flores y La Parroquia. A la primera de estas, dedicada especialmente a las inquietudes y necesidades de ese sector bastante olvidado del barrio, no la he podido localizar; por el nombre de la segunda todo hace suponer que en sus páginas se recogió con detalles cuanto se refiere a la llegada de la procesión con la imagen y a su temporaria estada en el Basílica de San José de Flores pero no fue así, no aparece una sola línea sobre el tema.   
Desde el domingo 17 de diciembre las Hermanas Adoratrices del Partido de Pilar fueron las encargadas de su resguardo, hasta que fue llevada al poblado conocido por el nombre de Empalme, su destino actual, donde se le construyó una ermita. En nuestra conversación con Luisa Angélica Bousquet no existió un resquicio para la duda, todo se hizo por designio de la Divina Providencia.
Empalme o Empalme Lacroze era así llamada la parada del Ferrocarril General Urquiza en el Partido de Pilar, debido a su condición de empalme, al poco tiempo de construida la ermita y por voluntad popular la parada tomó el nombre de Fátima, como también le fue dado al pueblo que se levantaba a su alrededor.
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Imagen: Basílica San José de Flores.