9 jun 2011

Pablo Emilio Coni, el servicio postal y el telefónico


(De Mario Tesler)

Con el diploma obtenido en la Cámara de Impresores de París, Pablo Emilio Coni abandonó su patria rumbo a California. No obstante y debido a razones ajenas a su voluntad, se vio obligado a quedarse en Montevideo.
Al poco tiempo se trasladó a Corrientes, donde comenzó su labor profesional. Lo realizado en esa provincia constituyó la primera etapa. En Buenos Aires y con la participación de sus hijos, Fernando y Pablo, transcurrió la segunda.
Coni se vinculó con el primer mandatario constitucional correntino de ese entonces, el doctor Juan Pujol, quien le encomendó reorganizar y dirigir la envejecida imprenta oficial, llamada Imprenta del Estado. Se desempeñó en tal función desde el año 1856 hasta 1859. Durante el citado período fundó el periódico oficial La libre navegación de los ríos, nombre reemplazado por el de El comercio y luego por el de La opinión. Cabe agregar que a partir del número 49 Coni además de ser el impresor aparece como  editor responsable.
El establecimiento en el cual funcionó la Imprenta del Estado, que luego fue Imprenta del Comercio, estuvo en la calle 25 de Mayo, antes Convento de Santo Domingo, de la ciudad de Paraná.
De ese establecimiento salieron los primeros libros que imprimió Pablo Emilio Coni, para cuya realización se emplearon matrices francesas, entre ellos el célebre Calendario perpetuo, que hoy día integra la nómina de las piezas codiciadas entre el mundillo de los bibliófilos.
Las publicaciones periódicas, como cualquiera de los otros muchos impresos salidos de su taller se caracterizaron por la irreprochable factura.
En 1859 se trasladó con su familia a Europa y retornó en 1861. Radicado en Buenos Aires, Pablo E. Coni fundó la imprenta que llevó su nombre y luego el de Pablo Coni e hijos.
En esta, su segunda etapa, las actividades comenzaron en un pequeño local de la calle Cangallo 47 ( hoy Tte.Gral. Juan Domingo Perón ), entre Reconquista y San Martín. Meses después mudó el establecimiento a Perú 101-107, para trasladarlo en 1874 a la calle Alsina 60 (actual 466). El asiento definitivo fue en la calle Perú 680, su propio local. Tales cambios pueden ser constatados en los diferentes colofones de las muchas obras impresas.
Además de libros y folletos, fue editor de las primeras publicaciones periódicas especializadas de considerable nivel que se produjeron en el país: la Revista farmacéutica, los Anales del Museo Público de Buenos Aires, la Revista médica quirúrgica y los Anales de la Sociedad Científica Argentina, entre otras.
Por sus cualidades como impresor y editor, aunado a su desinterés y generosidad para con los autores, el nombre de Pablo Emilio Coni está íntimamente ligado con todo cuanto se relaciona a la historia del arte tipográfico argentino en el siglo XIX. Por ello también en la historia del servicio postal y del servicio telefónico en la República Argentina se advierte su presencia, tanto en la primera como en la segunda etapa de su actividad.
Durante la gobernación de Juan Pujol, su padrino de boda, el ejecutivo sometió a la aprobación de la legislatura correntina un proyecto de ley para imponer el cobro de porte por el servicio postal en esa provincia. Entonces desde las columnas de su periódico El Comercio, Coni expresó en un suelto, publicado en la entrega del domingo 10 de febrero de 1856, su apoyo a la iniciativa.
El proyecto contó con sanción favorable y después de promulgado, el gobernador Pujol le encomendó imprimir los sellos postales a Coni, en su condición de director de la Imprenta del Estado.
En aquella época y en aquel lugar, cumplir con el cometido no fue tarea fácil. Por último Coni se conformó con el único que poseía rudimentarias nociones de grabado, me refiero al panadero francés Matías Pipet, y le encargó el grabado de la lámina, o clisé.
Teniendo como modelo un sello francés, con la esfinge de la libertad, Pipet efectuó el grabado en una plancha de cobre. El cuidado de la impresión quedó a cargo de Coni.
Silenciados los anteriores y exitosos ensayos vernáculos de instalación de líneas y fabricación de aparatos telefónicos a partir de año 1878, a fines de 1880 llegaron a Buenos Aires personeros y empresas extranjeras con el propósito de explotar las posibilidades comerciales del nuevo servicio.
Clemente Cabanettes fue quien representó a la Sociedad Nacional del Panteléfono, cuyos comienzos reales datan de los primeros días del mes de enero de 1881.
La disputa por el predominio en el medio porteño alcanzó contornos insospechados, que obligaron la intervención de la policía y la justicia. Mientras tanto Cabanettes prosiguió su campaña publicitaria, sin recurrir para ello al empleo de métodos reprobables. Además de la publicidad a través de los diarios no obvió recurrir a la tribuna pública.
En efecto el director de la Sociedad del Panteléfono L. de Locht y Cía. hizo una medular exposición en el Coliseum, de Buenos Aires, el día 8 de febrero de 1881. Alberto Navarro Viola, en su Anuario bibliográfico de la República Argentina correspondiente al año 1882, señala que el disertante no poseía bien el español.
El texto de la exposición leída fue dado a conocer en un opúsculo de 32 páginas, in-cuarto (o sea que teóricamente debiera medir 16 cm. de largo por 22 cm. de alto). El periodismo de entonces no mencionó su aparición, por lo menos entre aquellos importantes que he revisado.
Hasta no hace mucho tiempo se ignoraba si algún ejemplar del citado impreso había logrado sobrevivir. Felizmente en la biblioteca de la Sociedad Científica Argentina encontramos uno. Gracias a este hallazgo se comprobó que El Panteléfono L. de Locht, conferencia sobre la telefonía y el panteléfono dictada por Clemente Cabanettes, fue impreso en el taller de Pablo Emilio Coni cuando estaba instalado en la calle Alsina 60.
No deja de ser ciertamente agradable esta coincidencia, que introduce el nombre del recordado impresor en los anales de la historia de las comunicaciones argentinas.
Pablo Emilio Coni nació en 1826, se dice que fue en Saint Malo, y se sabe que falleció en Buenos Aires el 17 de abril de 1910.
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Imagen: Primer sello postal argentino, diseñado por Matías Pipet, impreso por Pablo Emilio Coni en 1856.