26 jun 2011

Cramer, un perro con calle


(De Javier Perpignan)

No se sabe cuándo nació, ni de dónde vino, ni quiénes fueron sus padres, lo cierto es que algún día de 1997 fue encontrado con su hermana en una caja de cartón en la intersección de la avenida que inspiró su  nombre con la calle Jaramillo. Desde ese momento, Cramer hizo que esa parte de Saavedra fuera un poco más feliz. Los vecinos Alejandra y Roque lo adoptaron como propio, pero este simpático perrito, ya crecido, no aguantó el encierro y destruyó rejas, puertas y paredes con tal de salir a la calle. Así ganó el barrio y, a fuerza de cariño y travesuras, se convirtió en la mascota de todos. Otra vecina de la cuadra lo describió como “la versión saavedrense de Fernando”, aquel perro vagabundo de Resistencia que vivió en la capital chaqueña en la década del 50 y que se había hecho conocido entre los habitantes de la ciudad por frecuentar bares y conciertos a los que concurrían músicos, artistas y políticos de la zona.
Recopilar el anecdotario de Cramer será una tarea ciclópea. Cualquier persona que haya vivido en los últimos años por la cuadra de Cramer y Jaramillo conocerá alguna aventura del perro de todos. Sobre todo si era usuario de la línea 151. En más de una oportunidad el pichicho acompañó a algún vecino en su viaje de ida, para emprender el regreso del mismo modo. Un día Judith, su veterinaria de cabecera, tenía que hacer un trámite en el Banco Nación de Paroissien y Cabildo. Cramer la acompañó e hizo la cola con ella. El problema se planteó cuando el personal de seguridad, al descubrirlo, lo echó de la  sucursal. Testigos de aquel día aseguran que el perro esperaba que alguna persona ingresara a la sucursal por la puerta giratoria para colarse nuevamente. Luego de ser echado en tres oportunidades, el personal de seguridad se rindió y lo dejó que acompañara a Judith. Una vez finalizado el trámite, ambos se retiraron como si no hubiese pasado nada. Desde allí Cramer fue hasta la casa de Graciela, otra vecina de la cuadra, y le “tocó” la puerta para entrar y descansar un rato.

GALÁN DE TELENOVELA
Desde luego, cada vez que el amor llegó a su corazón, Cramer no escatimó esfuerzos para llegar a su amante. Diversos testimonios aseguran que cada vez que una perrita mestiza llamada Lila entraba en celo, el fiel enamorado era capaz de estar sentado todo el día en la puerta de su prometida. Dicen los vecinos que presenciaron la escena que sólo le faltaba la caja de bombones y las flores. Pero a la hora de mostrar coraje, Cramer sacaba a relucir todo su temperamento. Un día se acercaron dos perros callejeros que no eran del barrio. Ante la amenazante presencia de los intrusos, la mascotas de Saavedra protegió a su novia Lila por si alguno quería sobrepasarse y no se separó de ella hasta que el peligro pasó por completo. Por supuesto, alguna vez un vecino se lo encontró merodeando por el quinto piso del edificio en donde aún vive Lila: esperaba a su novia para dar juntos una vuelta.
Menos mal que Lila no lo conoció cuando era más joven. Resulta que en sus años mozos era acosado por otro perro, más precisamente un mastín napolitano, y cuando se las veía complicada “se hacía el muerto” echándose al piso. Se reincorporaba recién cuando el rival se alejaba mansamente. Nuestro héroe abría los ojos y hacía lo mismo, pero para el otro lado. Cuando la salud flaqueaba y necesitaba atención médica, Cramer no dudaba: iba a visitar a Judith, su veterinaria de cabecera, y “se plantaba en la puerta” esperando el turno para su atención. En los últimos años de su vida se transformó en un habitué de la carnicería de Miguel, ubicada en Vidal y Jaramillo. Allí esperaba que el carnicero le diera las sobras del día. Increíblemente, a menos de un metro, los gatos de la cuadra también aguardaban por la ración diaria de carne picada, totalmente confiados. Cramer era muy respetuoso de sus amigos felinos.
Su espíritu indómito fue decayendo después de una operación en los testículos a causa de un cáncer. Murió apaciblemente el 12 de marzo de 2011 en la casa de Roque y Alejandra Carly, una vecina bichera de Saavedra; todavía le perdura la emoción cuando recuerda el inédito homenaje que se le hizo a Cramer el 2 de abril, en la esquina de la carnicería de Miguel. “Es muy interesante la movida que organizaron los vecinos. No tengo recuerdo de que se haya hecho algo así en la ciudad. Menos aún si tenemos en cuenta que en la puerta de la carnicería de Miguel de Vidal y Jaramillo Cramer ya tiene su placa recordatoria. Estuvimos casi todos los que alguna vez nos cruzamos con él. Hasta       Lila dio el presente”.
La primera estrofa de la eterna canción de Alberto Cortez, Callejero, resume a la perfección la vida de este perrito: “Era callejero por derecho propio/ su filosofía de la libertad/ fue ganar la suya, sin atar a otros,/ y sobre los otros no pasar jamás.”
Seguramente, cada vez que alguien recuerde a Cramer esa parte de Saavedra volverá a ser un poquito más feliz.
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Fotografía: Cramer.
El texto y la imagen fueron tomados del periódico El Barrio, Nº 146, mayo 2011.