2 feb 2011

Cuando los italianos defendieron a Buenos Aires


(De Juan Carlos Arias Divito)

Esta es una historia poco conocida, casi inédita. Silvino Olivieri fue un militar nacido en Italia, descendiente de una familia de nobles. Actuó desde joven en los sucesos políticos de su país, llegando a comandar un cuerpo de voluntarios en la revolución de 1848. Perseguido, emigró a Montevideo, pasando después de Caseros a Buenos Aires. Durante el sitio a que fue sometida esta ciudad en 1852, el Gobierno autorizó a los extranjeros para que pudieran armarse y Olivieri se puso al frente de 300 compatriotas que integraron un cuerpo llamado Legión Italiana.
Este cuerpo no se limitó a ejercer una acción de policía, sino que se batió heroicamente en varios combates, mereciendo por ello el título de Legión Valiente y una condecoración consistente en un cordón de honor. Las damas porteñas obsequiaron a Olivieri una bandera para el cuerpo que comandaba. Cuando terminó el sitio de Buenos Aires, el batallón fue licenciado y su jefe volvió a Italia para tomar parte en una nueva revolución.
Descubierto, encarcelado y condenado a muerte, el gobierno de Buenos Aires intercedió por él. En 1855, otra vez aquí, se le confió el mando de una colonia agrícola-militar, consecuencia de un proyecto suyo, en las proximidades de Bahía Blanca. El 28 de setiembre de 1856, fue traidoramente asesinado por un grupo de sus soldados sublevados. Al sepultarse sus restos en Buenos Aires, pronunció una oración fúnebre el general Mitre.

EL SITIO DE BUENOS AIRES
Después de Caseros la guerra civil volvió a encenderse “por la presión ardiente de los enconos de partido”, según dice un historiador. Había sido designado, el 30 de octubre de 1852, gobernador titular el doctor Valentín Alsina. Una de sus primeras medidas fue decretar una amnistía y nombrar Comandante del Departamento del Centro de la Provincia al coronel Hilario Lagos, quien aceptó expresando su reconocimiento por la “profunda confianza” que el Gobierno le dispensaba.
Sin embargo, desde su puesto, se comunicó con el gobernador de Santa Fe, Domingo Crespo, para neutralizar ese frente mientras recababa la colaboración  de los jefes militares de la campaña y, al mismo tiempo que iniciaba la marcha sobre Buenos Aires, exigía al gobernador Alsina la renuncia de su cargo. El 6 de diciembre de 1852, quedaba formalizado el sitio.
La Guardia Nacional, bajo las órdenes de Mitre, tuvo a su cargo la defensa en los primeros instantes. Pero la desorganización militar de Buenos Aires era tal, que aisladamente y en grupos, penetraban los sitiadores sin ser molestados. Se dispuso que todos los habitantes tomaran su puesto en las trincheras. Comprendían éstas una línea defensiva desde el bajo del Retiro, plaza Lorea, Concepción y de la Residencia, entrando en ella las plazas Libertad, Parque y Monserrat.

CONSERVAR EL ORDEN PÚBLICO
El 9 de diciembre, el gobierno de la provincia decretó: “Todos los habitantes de la ciudad, sea cual fuere su nacionalidad, está autorizados a tomar las armas, si voluntariamente lo desea, al solo objeto de conservar el orden público en peligro”. La población extranjera, reunida por nacionalidades, pidió armas y se organizó en  legiones.
La Legión Italiana fue la verdaderamente aguerrida, interviniendo en combates, mientras que las restantes no hicieron más que un  servicio de policía. Colaboraron con Silvino Olivieri sus connacionales, el mayor Eduardo Clérici, los capitanes Vialardi y Rodini, los tenientes Lorea, Erba, Mombelli, el sargento José Guerrini, etcétera.
Los legionarios guarnecieron el cantón de la plaza Lorea juntamente con el Regimiento de Guardias Nacionales a las órdenes del coronel Domingo Sosa. Su bautismo de sangre fue el 9 de enero de 1853 contra fuerzas superiores, consiguiendo vencerlas. Hablando de la actuación de Olivieri en ese encuentro, un contemporáneo refiere: “Su arrojo le llevó hasta pelear cuerpo a cuerpo… con el noble propósito de proteger y salvar a algunos de sus compañeros… se precipitó con admirable valor mezclándose entre las lanzas y las bayonetas de los sitiadores.”
Una consecuencia de este combate fue la pérdida del teniente Erba, cuyo cuerpo fue depositado en la Catedral, dando lugar su sepelio a una demostración de aprecio a la Legión Italiana por el pueblo de la Capital.

CON QUESTA BANDIERA VINCERAI
El 2 de febrero, Olivieri desalojó de la plaza Lorea a un nutrido conjunto de tropas sitiadoras que se habían hecho fuertes en ese sitio. Y el 21 de abril, formalizado ahora el sitio por las tropas al mando del general Urquiza, la Legión se distinguió por una brillante carga a la bayoneta.
Al regresar de esta acción, le es entregada una hermosa bandera azul  y blanca con el escudo bordado en oro, asta forrada con terciopelo verde y galones plateados, rematada en una moharra de plata, de la cual descendía una cinta de seda verde con la siguiente inscripción en italiano: Con questa bandiera vincerai.
Una tarjeta que acompaña la ofrenda decía: “Ofrecemos esta bandera a la invicta Legión Italiana. Algunas porteñas.”

SOBORNO   
La fama de la Legión hizo que el enemigo tratara de sobornarla. Ante su intachable conducta, el general Hornos les dirigió esta arenga: “Italianos, estoy satisfecho de vosotros y pondré en conocimiento del pueblo y Gobierno de la noble conducta y valor vuestros, que algunos malvados con infames seducciones han tentado empañar, pretendiendo haceros olvidar la gloria que habéis obtenido… Dirijo a vosotros y a los valientes jefes que os mandan mis congratulaciones: sois dignos de la estima de este pueblo generoso”.
El 28 del mismo mes, sostuvo otro combate desigual contra los sitiadores, a quienes consiguió rechazar después de tres horas de incesante fuego. El 9 de mayo, Olivieri se distinguió a la cabeza de sus bravos legionarios, en el combate del Cementerio Inglés (Hipólito Yrigoyen entre Pasco y Pichincha). El general Mitre dice en su parte de ese día: “La Legión Italiana, dirigida por el comandante Olivieri, avanzó con su bravura acostumbrada, cargando a la bayoneta al enemigo… poniéndolo en completa derrota”. Y el general Hornos, al elevar este parte al Superior Gobierno dice: “Sólo me resta decir a V.E. que la atrevida Legión Italiana, con sus dignos jefes a la cabeza, es invencible”.

CORDONES PARA LOS “VALIENTES”
El 30 de mayo, la Legión mereció el título de “Valiente” por haberse batido contra fuerzas seis veces superiores y a cada integrante se le concedió un cordón honorífico. El parte del general Mitre, expresa en un párrafo: “Habiéndose batido uno contra seis y dando pruebas de mucha serenidad y valor individual todos y cada uno de los que la componían”.
El notable comportamiento de la Legión en ese día motivó el siguiente decreto: “Considerando el Gobierno, el valeroso comportamiento de la Legión Italiana durante la presente guerra y, particularmente la extraordinaria bravura que ha ostentado en el combate de hoy, en que después de arrollar los puestos enemigos, que tenía a su frente, ha recorrido triunfante un gran espacio de terreno, del que ocupaban su línea, resistiendo victoriosamente a fuerzas séxtuples, ha acordado y decreta: La Legión Italiana, al mando del coronel Silvino Olivieri, tendrá en lo sucesivo el título de Valiente, con el cual se la distinguirá siempre que se le nombre en actos oficiales”.

ARENGA       
El día 5 de junio, fue bendecida la bandera de la Legión. En ese momento, el coronel Olivieri dirigió a sus soldados tan sólo las siguientes palabras: “A soldati valerosi come voi siete, io non ho bisogno di recordare il vostro dovere” (A soldados valerosos como ustedes, no necesito recordarles su deber). 
El 11 de julio, el coronel Olivieri, en el último encuentro, con sólo 40 hombres atacó a un destacamento enemigo superior en número, dispersándolo. En ese combate fueron heridos Olivieri, Clérici y el ayudante Calzadilla. Resultó muerto en acción el valeroso teniente Mombelli. Como el sitio duró hasta el 13 de julio de 1853, no hubo más acciones.
Considerando el Gobierno el mérito especial que habían contraído al defender con su sangre las instituciones de la Provincia, quiso darle una muestra de la estimación que le merecían sus relevantes servicios, como asimismo la gratitud a que se le habían hecho acreedores. Acordó que llevarían en su bandera, con letras de oro orlada de un laurel: “Combatió con gloria en defensa de Buenos Aires. Años 1852 y 1853”. 
El 14 de agosto, la Legión Italiana devolvió sus armas y el Gobierno agradeció nuevamente en una proclama los servicios prestados, acordando a los oficiales el uso del uniforme y el cordón distintivo.
Olivieri, como sabemos, volvió a Italia. Al regresar en 1855 a la Argentina, asumió la conducción de una empresa de mucha mayor proyección, que le costó la vida.
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Imagen: El coronel Silvino Olivieri, comandante de la Legión Italiana.
Material tomado de la revista Historias de la Ciudad, Nº 2, diciembre de 1999.