20 oct 2010

Remembranza de la Jabonería


(De Manuel Carlos Melo)

Durante año y medio debe haber tenido importancia la fábrica de jabón, si nos atenemos a la capacidad notoria de Vieytes y su versión teórica en el ramo, fruto de sus lecturas, pero ya en oportunidad del censo de 1810 –levantado después del 25 de Mayo– pareciera que la Jabonería se hallaba en declinación, considerando el número de esclavos y peones empadronados en ella, si comparamos ese personal con el que ocupaban otros establecimientos similares de la época en esta capital. Lo probable es que estando ya absorbido Vieytes por los acontecimientos políticos que se fueron sucediendo y comisionado por la Junta Gubernativa para actuar en el Norte, la fábrica fue cayendo en receso.
Bien sabemos que, en los años iniciales de la Libertad que tesoneramente prepararon, el devenir político deparó a Hipólito Vieytes y a Nicolás Rodríguez Peña parejas responsabilidades y sinsabores, pero su destino fue disímil, por cuanto el primero falleció muy pronto, en 1815, en tanto que el segundo, después de variadas vicisitudes, terminó por tomar el camino del exilio y vivió en Chile más de 35 años, falleciendo allá en 1853, rodeado de sus dos hijos varones y sus nieto.
Volviendo a la casa donde estuvo la Jabonería, se la ve figurar en los sucesivos censos de esta ciudad, comprendida en el cuartel 20 (conforme a la nueva división edilicia) y en la calle denominada Méjico, tal como en el presente. Así, en el padrón (1) del año 1827, donde no figura el nombre de los propietarios y sí el de los habitantes, sólo ocupan entonces la casa calle Méjico Nº 248 una pareja de morenos africanos con su hijito, seguramente en carácter de cuidadores.
En el censo de 1833 aparecen como únicos habitantes de la finca de la calle Méjico Nº 248 el joven Joaquín Cazón, soltero, de 24 años, de profesión “Fabricante” y un moreno cocinero (2). Recordemos que el nombrado joven contrajo después matrimonio con doña Catalina Rodríguez Peña, hija del prócer y de su esposa doña Casilda Igarzábal. Esta señora figura en el censo de 1836 como propietaria de dicha casa Méjico 248, habitada por tres personas (3). Asimismo, aparece como su dueña en el censo de 1838, ocasión en que viven allí cinco personas (4).
Extintos Rodríguez Peña y doña Casilda (ésta falleció aquí en 1844), el patrimonio hereditario se limitó a dos inmuebles en esta ciudad: la casa en que estuvo la Jabonería y la antigua quinta, ahora dividida en seis manzanas, comprendidas por la avenida Callao y las calles Viamonte, Ayacucho y Charcas. En el juicio sucesorio iniciado en el año 1863, al verificarse la tasación de la casa sita en la calle Méjico Nº 258 a 262 (nueva numeración asignada conforme al reajuste que trajo la resolución municipal del 31 de julio de 1857), se expresa que el edificio consta de zaguán, sala y comedor sobre la calle, tres piezas en el costado Oeste, cuatro en el costado Este y dos piezas interiores cuadrando el primer patio; corredor al segundo patio, en el cual había un galpón con techo de azotea en el costado Oeste, conteniendo diez viviendas divididas con tabique de tabla, otro galpón en el costado Este, otra pieza, etc. Su terreno se componía de 34 varas de frente al Norte, con 70 varas y media de fondo (equivalentes a 29,44 y 61,05 metros respectivamente), con un martillo en el costado Este, en contra, compuesto de tres cuartos de vara (5).
Subastada judicialmente la finca, fue adquirida en 500.000 pesos moneda corriente por la firma comercial José Hueyo y Hermano, a favor de la que otorgó escritura de venta (6) el juez doctor Emilio A. Agrelo, en nombre de la Testamentaría de don Nicolás Rodríguez Peña y doña Casilda Igarzábal, el 28 de enero de 1869, ante el escribano don Francisco M. Ramiro, en el Registro Nº 4, a su cargo, al folio 22. En ese instrumento figura el terreno de la finca con idénticas medidas que en la tasación referida y con igual prevención de que en el costado Este se encuentra un martillo de setenta y cinco centésimos de vara de frente, etc… Expresa que linda por su frente Norte, calle en medio, con la casa de doña Petrona González, por el Este con otra de José Lazcano, por el Oeste con herederos de Marcos Belen y por el Sur con un terreno del moreno Juan. Como se ve, el escribano Ramiro no actualizó los linderos, repitiendo los de la escritura de año 1807 por la que Rodríguez Peña adquirió la finca.
Esto queda demostrado con señalar que el inmueble lindero del costado Oeste ya no pertenecía a los herederos de Marcos Belen, puesto que su hijo Tomás Santos Belen lo había vendido el 12 de mayo de 1812 a don Leandro de la Rosa, por escritura otorgada ante el escribano don Mariano García de Echaburu, en el Registro Nº 3 a su cargo, folio 132. En este instrumento se expresa que el terreno consta de  8 ¾ varas de frente al Norte y que linda por el Este con don Nicolás Rodríguez Peña y por el Oeste con Alejandro Belen (7).

HE AQUÍ EL FAMOSO LUGAR HISTÓRICO
Sería ocioso reseñar las sucesivas transferencias de dominio de la finca Méjico Nº 258 a 262 a partir de los señores José Hueyo y Hermano hasta el propietario actual, pues ella conserva los mismos dos cuartos de tierra que declaró don Domingo Pelliza en sus últimos testamentos, es decir, el medio solar, con sus 35 o 34 varas de frente por 70 o 70 varas y media de fondo, o sea 29 metros por 61 y sus respectivos picos, centímetros más o menos (oscilante resultado de diversas mensuras y de la reconstrucción de paredes medianeras), y ahí está inconfundible y distinta de cualquier otro predio del damero central y del resto de esta ciudad, merced a ese peculiar martillo del costado Este que la caracteriza y la hace fácilmente ubicable en los perfeccionados planos de la actualidad. En la moderna nomenclatura catastral de Buenos Aires la finca está designada así: Circunscripción 13ª , Sección XII, Manzana 60, Parcela 5. Esto es decir calle Méjico Nº 1050, 1056, 1062 y 1068, entre Bernardo de Irigoyen y Lima. (8). La citada numeración responde al ordenamiento dispuesto por la Municipalidad el 22 de junio de 1887.
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(1) Archivo General de la Nación, X – 23 – 5 – 6, Censo de la Ciudad de Buenos Aires = Año 1827 = Nº 2, padrón del cuartel 20, Méjico 248.
(2) Ibidem, X –  31 – 11 – 3, leg. Policía – Padrón de la Ciudad – 1833, padrón del cuartel 20, México Nº  248.
(3) Ibidem, X – 25 – 2 – 4, leg. Padrones de la Ciudad y Campaña – 1836, padrón de la Parroquia de la Concepción, cuartel 20, Méjico Nº 248.
(4) Ibidem, X – 25 – 6 – 2, leg. Censo – 1838, padrón de la Parroquia de la Concepción, cuartel 20, Méjico N º 248.    
(5) Ibidem, Sección Sucesiones, leg. 7848, exp. Testam. de Nicolás Rodríguez Peña y Casilda Igarzábal, fs. 34, tasación 29-8-868.
(6) Ibidem, Sección Protocolos, Registro 4, tomo 1869, f. 22.
(7) Ibidem, Registro 3, tomo 1812, f. 132.
(8) Esta manzana desapareció en su totalidad debido al ensanche y prolongación, en su momento, de la Avenida 9 de Julio.(N. de la R.)

Imagen: Croquis que muestra la ubicación, dentro de la manzana, del solar en que estuvo la Jabonería de Vieytes y Rodríguez Peña, declarado Lugar Histórico por decreto Nº 1919, de 17-3-1966 del Poder Ejecutivo.
Material tomado del libro: Dos casas de mi ciudad. Bs. As., Cuadernos de Buenos Aires, Nº 31, 1969.